29.6.07

Cuando se despertó a la mañana siguiente, tenía resaca y se sentía tan cansado como había temido. Las sienes le retumbaban, y al lavarse lo dientes pensó que estaba a punto de vomitar. Echó dos comprimidos para el dolor de cabeza en un vaso de agua mientras reconocía que atrás habían quedado los buenos tiempos en que podía tomarse unas copas de noche sin que al día siguiente tuviera que encontrarse fatal.
Henning Mankell.

P.D: Y enseguida llega la promesa; es la última vez que me emborracho.

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